HABLANDO EN ALTO Y CLARO.
De todos los colores hay unos que me gusta utilizar y otros observar. De los primeros prefiero el azul, el amarillo y el rojo muy presentes en mi logotipo por su asociación a mi día a día. De los segundos, me gusta observar el rosa, el verde y el naranja del cielo amanecer.
Hay colores como los grises que prefiero guardarlos para situaciones formales, que son muy de ciudad, que evocan miedo, luces de neón, trabajo, prisa, corsé, miradas perdidas en un paseo que llega hasta el mar y fugas de luz.
Pero también hay colores verdosos que me transportan a la montaña, a las vacaciones, al olor a hierva fresca y flores de primavera, a horizontes de prados con cielo azul celeste, a reencuentro con una misma.
Me encantan los colores musicales, el rojo pasión que te lleva a los palcos de los teatros, a la alfombra roja, a los asientos de terciopelo, a la música clásica, al olor a limpio y a las notas en la voz de la soprano, a los besos de los actores improvisando, a los pasos de puntillas del cisne, a los aplausos sonoros, al buen gusto musical.
Hay colores que me mueven al pasado a mi infancia, a la piscina, a cloro, a niños inocentes jugando a salpicar agua, a las carcajadas al sol, a la luz y a Nivea, a las burbujas y al azul pitufo, al jabón de después del baño, a padres responsables hablando suspiros aliviados, a la alegría de un tiempo de duendes, a caballitos bordados, a corcho y a burbujitas en la espalda,a felicidad encontrada.
Pero también hay colores que me recuerdan a guerra en el yang del planeta, que huele a sudor y a tierra, a traición del mundo. A los que no se les a dado “ la” oportunidad, a los que nacieron para vivir del dolor, a los que buscan la luz.
En otro orden los colores me llevan a la mente primitiva, me sacan de lo que estoy pensando, me seducen los instintos. Me llevan al lugar que ellos eligen por mi.
Me atan en su brillo, en sus formas y en su creatividad alada. Provocan la transformación, conquistan mis sentidos, enmudecen mi habla, paran el tiempo y bombardean las pupilas de nuevas posibilidades.
Vivo en lo abstracto de un mundo arco iris que provoca al artista la mirada interior, el esfuerzo valioso del que abre los ojos para ver mejor este mundo creativo, sensitivo donde yo misma soy solo una parte de un lienzo universal que dejará un rastro de color de un tiempo remoto.
A mi madre Olga Ortigosa Gutiérrez
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