Hacía mucho que no escribía en el blog e igual os preguntáis que es lo que me ha animado a volver a hacerlo. Pues muy fácil, el otro día leí la historia de mi buena amiga Eli sobre un trastorno alimenticio que sufrió y todo empezó con un comentario muy desafortunado. Lo que yo os voy a contar, no tiene nada que ver con la alimentación, aunque sí con el hecho de que hay comentarios que pueden ocasionar mucho daño y que pueden marcar tu destino.
Siendo cadete de 2º año (14 añitos si recuerdo bien) quedé Campeona de España de 3000ml en Donosti. Nunca olvidaré ese día. ¡Era mi primera medalla de Campeona de España! Recuerdo con muchísimo cariño ese Campeonato, la semana en Donosti con mis compis de la selección gallega de atletismo. El caso, es que los medallistas de ese campeonato, eran seleccionados para una concentración en Santander. Imaginaros mi felicidad, ¡medalla y concentración! Allá me fui toda feliz y llena de ilusión, a vivir una experiencia inolvidable, aunque no en el buen sentido.
Al llegar allí, teníamos un entrenador que iba a ser el encargado de hacernos tests y darnos los entrenamientos para esos días. Me sorprendió que nadie nos preguntara como entrenábamos en nuestra casa, pero era mi primera vez y tampoco sabía como funcinaba aquello.
Yo hacía lo que podía, siempre esfordándome al máximo, aunque bien es cierto, que me costaba mucho continuar el ritmo de mis compañeras. Pensar que con esa edad, entrenaba 3-4 días a la semana y muy poquito.
Durante todos esos días, el entrenador al mando, siempre tenía algún comentario despectivo hacia mí: no te esfuerzas, te pesa el culo y cosas de estilo. Llegó el día del test de 300 metros y nos dice que tenemos que hacerlo saliendo de tacos. En mi vida había salido de tacos, así que cuando le dije que no sabía como colocarme, en vez de enseñarme, se dedicó a menospreciarme y hablarme de muy malas maneras. Resumen de todo lo que me dijo: que dejara el atletismo ya que nunca iba a llegar a nada y que había ganado ese Campeonato de España porque había tenido suerte, no porque me lo mereciera. Os podréis imaginar mi cara de asombro. Me puse a llorar y me marché corriendo a llamar por teléfono a mis padres para contárselo todo.
Tanto los compañeros de la concentración, como el ayudante del entrenador, me decían que no le hiciera caso. El caso es que daba igual lo que dijeran, porque el daño ya estaba hecho. Había hecho que cuestionara mi valía, que me planteara si relamente valía para ello, que me cuestionara que igual sí que había ganado por suerte. Había conseguido que mi felicidad por estar ahí se convirtiera en tristeza, deseando volver a casa.
Cuando mi padre me fue a buscar a la concentración, sé que habló con ese individuo. No sé que le dijo, solo sé lo que me dijo a mí: "Cariño, lo que te haya dicho ese señor no tiene que importarte. Sólo tiene que importante la opinión de tu familia y la gente que te quiere. Nosotros siempre estaremos orgullosos de ti y de lo que consigas"
Los que me conocen, saben que desde siempre he tenido carácter y que nunca me he dejado influenciar por lo que pudieran pensar o decir de mí. Gracias a mi manera de ser y al apoyo de mi familia y amigos, ese comentario no hizo que dejase el deporte. Seguí haciéndolo porque me hacía feliz e intentaba que el recuerdo de esa concentración no me enturbiara mis entrenamientos y competiciones.
Casualidades de la vida, que me vengo a entrenar a Madrid y vuelvo a coincidir con el personaje en cuestión, ya que entrenaba atletas en el CAR de Madrid. La verdad que no entendía como podían dejarle entrenar a gente joven. Pude ver que no había cambiado nada y que sus comentarios despectivos eran siempre hacia las pocas chicas que entrenaba (nunca he entendido como podían aguantarle): que si estaban gordas, que nunca iban a llegar a nada, que eran unas paquetes...
¿Por qué cuento todo esto? Porque gente así hace mucho daño. No todos somos iguales, y lo que a uno no le afecta, en otra persona puede conducir a un trastorno alimenticio, falta de autoestima, dejar el deporte... decisiones que cambian tu vida y te marcan para siempre.
Estoy convencida de que atletas suyas que competían conmigo de pequeñas, lo dejaron en júnior por culpa de comentarios de este estilo. De todas las que estábamos en esa concentración de Santander y, que hacíamos fondo, solo yo seguí hasta el final. Las demás, lo dejaron antes de llegar a sub-23. No hizo falta que le dijera: "te has equivocado y no tienes ni idea" (además de otras muchas cosas). La mejor manera de darles en la boca a este tipo de individuos, es con tus actos, no dejándote avasallar por sus comentarios e incomptencia.
Lo que quiero conseguir con lo que os acabo de compartir es transmitiros que:
NUNCA, NUNCA DEJÉIS QUE NADIE OS DIGA QUE NO PODÉIS CONSEGUIRLO.
NUNCA DÉIS EL PODER A OTRA PERSONA DE FRUSTRAROS VUESTROS SUEÑOS.
Si creéis en vosotros mismos y trabajáis duro, podéis conseguir todo aquello que os propongáis (con coherencia, claro) Es algo que le digo a Ari desde pequeñita y, ahora que soy docente, es algo que le repito siempre a mis niños.
Espero que esta experiencia pueda ayudar a alguien que se encuentre en una situación parecida, ya que por desgracia, cafres hay en todas partes y en más de una ocasión, nos toparemos con alguno.
LA CONFIANZA EN UNO MISMO, ES NUESTRO MÁXIMO PODER